NOCHE DE LUNA LLENA

Esta noche hay luna llena, hace más de dos semanas que no veo un calendario y hace más de 40 años que no miro el cielo nocturno, pero sé con certeza que esta noche hay luna llena. Siempre es una sensación curiosa, un pensamiento ligero o un temblor casi imperceptible en mi pecho, sea cual sea la señal, sé que afuera, esta noche hay luna llena.

Hoy no puedo dormir, es curioso porque dormir es una de mis mayores distracciones, duermo cada vez que puedo y a veces cuando tengo buena suerte y me he portado bien sueño un poco, mis sueños no son bastos ni divertidos como los de otras personas, no hay mucho que yo desee con fuerza, así que solo sueño con cosas pequeñas, campos verdes, cielos despejados y lunas llenas.

Hoy tuve un problema interesante con mi cama, y es que no sabía cómo ponerla de tal forma que no ocupara todo el espacio de mi celda para que yo pudiera recostarme en el suelo a dibujar, leer o dormir un poco, porque me gusta dormir en el piso a veces, cuando el viejo colchón me empieza a causar dolores de espalda o descubro que la almohada tan suave no me deja apoyar mi cuadernito o mi libro adecuadamente. Al final, luego de pensarlo todo el día decidí desarmar mi cama y poner sus partes a un lado y el colchón al otro, me pareció una buena idea y así lo hice, el resultado fue grandioso.

Estoy de muy buen humor por la idea del colchón, porque no suelo tener ideas así, aunque probablemente mañana por la mañana los guardias me obliguen a armar mi cama y ponerla como estaba, y yo intentaré hablarles de mi dolor de espalda y de que no puedo dibujar ni escribir bien si mi almohada se mueve constantemente, pero ellos no me escucharán, o por lo menos no me escucharán de la forma en la que yo escucho, sino que verán mis labios moverse y luego se reirán dándome a entender que no entendieron lo que yo dije; me pregunto por que hacen eso, he pensado que es un mal hábito que tiene la gente de afuera, aunque también conozco gente de afuera que sí puede escuchar, espero que los guardias de mañana me puedan escuchar, pero si no es así no importa, hoy por hoy puedo dormir en el suelo fresco y si quiero puedo dibujar.

Se me acaba de ocurrir que tal vez no pueda dormir porque tengo hambre, ya me ha pasado antes que tengo hambre y no me doy cuenta sino después de un momento, podría estirarme y tomar un poco de pan de mi bolsa, porque yo guardo pan del almuerzo para comérmelo cuando quiera, aunque no lo hago a menudo porque no quiero que se me vuelva una distracción, ya tengo muchas distracciones y no quiero atosigarme de placeres, porque entonces no tendría tiempo libre para dormir, que es mi mayor distracción.

Acabo de percatarme de que no es hambre lo que siento, porque una vez tuve mucha hambre y no se parecía del todo a lo que siento ahora, fue esa vez que la cárcel pasó por una crisis económica y como no había mucho dinero tampoco había mucha comida, así que muchos la pasamos mal, por lo menos los de adentro, porque los de afuera parecían apenas un poco molestos con todo, como siempre. En ese tiempo muchos de adentro tenían que encontrar otros pasatiempos porque comer era su mayor distracción, así que algunos se ponían a pensar todo el día, quietos y taciturnos en un rincón con la mirada perdida, y cada noche, en medio de la oscuridad y el silencio, había alguien que después de tanto pensar al fin tenía una buena idea y al día siguiente había más comida para los que quedábamos.

En noches como ésta recuerdo a Charlie, el de la celda 328, al final del pasillo, era mi mejor amigo desde que nos conocimos y hablábamos todo el día de todo lo que se nos ocurriera, nuestra opinión a nadie le importaba de hecho, ni adentro ni afuera, quizás eso era lo mejor de nuestras conversaciones, después de todo un hombre necesita historias para recordarse a si mismo que esta vivo. Charlie tenía la mirada alta y enérgica de una persona buena, una mirada que entre los de afuera pasaría desapercibida, pero adentro es una cualidad extraña. Fue una noche silenciosa como ésta, yo me desperté en mi celda y mientras trataba de cobijarme lo mejor posible sentí un temblor casi imperceptible en mi pecho. Esa noche Charlie tuvo una buena idea.

No me gusta hablar de la muerte de los demás, porque me entra una envidia muy molesta y entonces me pongo de mal humor, sé que la muerte no es algo envidiable pero creo que es algo que estoy esperando, como también espero el periódico cada mañana y la comida cada noche. Una persona necesita cosas por las que esperar, la espera da sentido a la vida, porque la vida en si resulta una larga espera.

Pienso que la muerte no es mala cosa, aunque eso no siempre ha sido así, cuando entré aquí, hace 43 años, le temía a la muerte como todos los de afuera, porque ese es otro mal hábito que tienen los de afuera, pero poco después me daba igual vivir o no, más tarde al pasar los 25 años aquí, creí que volvería afuera y entonces si le temí con fuerza a la muerte, pero ahora me doy cuenta que la muerte no es una cosa mala, ni siquiera es una cosa, es algo que pasa, igual que cuando cae la lluvia, sopla el viento o la luna pasa a estar llena, temerle a estas cosas es temerle a la vida misma, ahí es cuando llego a pensar que la vida y la muerte son casi lo mismo y mejor dejo de pensar, no vaya a ser que se me ocurra una buena idea esta noche.

Me siento cansado, pero no de la forma que es buena para dormir, sino de otra forma más profunda, cierro mis ojos y busco en la oscuridad, hoy hay algo dentro de mi celda que es diferente. Es bueno que mi mundo sea una habitación pequeña porque entonces yo puedo controlar todo lo que hay a mi alrededor y todo lo que siento o hago se puede ver en mi celda. Al principio no hubiera querido que fuera así, pero después de los primeros 30 años empecé a ver como funcionaba todo, y desde eso le tengo un poco de miedo a lo que hay afuera, porque es un mundo enorme en el que no sé si estoy bien o mal, siempre preguntándome cosas sin importancia, buscando mi comida en cada rincón y evadiendo la muerte con pánico. Vivir con miedo no es fácil, quizás por eso la gente de afuera tiene esos malos hábitos, el de no escuchar, no creer y no esperar.
Al final puedo ver; con los ojos cerrados puedo ver, no siento mi cuerpo pero sé que estoy flotando, flotando a través de las gruesas paredes que me separan de las verdes praderas, los cielos despejados y la luna llena, porque esta noche está llena. Siempre se cuando hay luna llena, es una sensación curiosa, un pensamiento ligero o un temblor casi imperceptible en mi pecho, sea cual sea la señal; sé que afuera hay luna llena, y ahora me pregunto si alguna vez se lo habré contado a Charlie.

Oye Charlie, ¿Te conté de eso alguna vez?

Comentarios

  1. quiero apreciar el cielo nocturno por una eternidad o dos... Luego de eso ir al restaurante del fin del mundo y comer pescado y papitas si no es una ofensa para alguno de los presentes, y al fin ver como luego de todo eso se acaba todo como lo conocemos mientras todos tenemos una buena idea.

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