El asesino feliz.

Siempre se le veía recostado contra alguna piedra o en algún rincón, buscando siempre la sombra en las horas más calurosas del día, siempre tranquilo e inmovil, siempre sucio, siempre descansado, siempre de buen humor, siempre con el viejo sombrero que cubría sus ojos y siempre sonriendo alegremente.

…tres cruces hay en la cima del viejo cementerio, donde antes dos habían…

Nadie hablaba de el, por lo menos no en publico, nadie le dirigía la palabra, nadie sabia como sobrevivía, lo que comia, donde dormia, nadie se lo preguntaba realmente, nadie se preocupaba por el, nadie lo estimaba y nadie lo molestaba porque en general el nunca molestaba a nadie.

Solo una frase vacía le dirigía de vez en cuando la mujer que alguna vez fue su prometida:

-No sonrías, por favor.

Esa frase, cortante y vana, era el conjunto de deseos de toda la gente que lo conocia, todos querían verlo molesto, incomodo y pasando grandes penurias pero el nunca dejaba de sonreír por precaria que fuera su situación, la lluvia caía y el sol golpeaba y sin importar cuanta lluvia cayera o que tan fuerte fuera el sol el siempre era feliz, con una felicidad tan fría e inmerecida que molestaba a todos en el pueblo.

…nadie olvidaria nunca, el gran hombre que fue el dueño de la tercera cruz…

Un día después de la misa del mediodía, la mujer intento una vez mas lograr su objetivo, y caminando hacia el hombre le dijo:

-No sonrías, ¡NO TE RIAS MAS!, por Dios te lo ruego, ¿No ves que tu sonrisa nos mantiene de luto?, esa sonrisa que mas que felicidad transmite una eterna burla, una lagrima silenciosa corre por todo el pueblo a tu lado, condenándonos para siempre, ¡Condenados eternamente por tus pecados! ¡Y tú ni siquiera te arrepientes! ¡Solo sonríes!...

Y el, sin perder la calma ni dejar de sonreir levanto la mirada diciendo:

-Fue una puñalada por cada vez que el la violara.

Ella no respondió, no dijo nada, no lo miro y siguió su camino invadida de muchos sentimientos hacia el hombre que en la acera se quedaba dormitanado placidamente y dejando en silencio aquella esquina se fue, dejando tras de si un aura de respeto, odio y cariño.

…y las malas lenguas cuentan, que fueron mas de 20 puñaladas…


Siempre se le ve sonriendo, con la eterna felicidad de un hombre que apesar de todo esta en paz consigo mismo.

Comentarios

  1. merecia las puñaladas.
    es dificil condenar a alguien que no se siente culpable; me agrada el siniestro tono con que describe sus relatos.

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  2. Estando en posicion de afirmar que la alegria es la manifestacion de energia residual del ser consciente, solo puedo admirar al asesino que inmerso en la dificil tarea de matar, puede al mismo tiempo permitirse sonreir.

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Decir lo que se piensa el es primer paso, bueno, es el segundo, el primero siempre sera pensar en algo.

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