En los segundos de un reloj detenido
Hay historias que merecen contarse solo porque seria una injusticia dejarlas caer en el olvido. Historias con una carga tan grande de mentiras, incongruencias, inverosimilitudes e injusticias que son un vivo retrato de la mente humana moderna, y por tanto merecen preservarse como resumen de nuestra existencia. Pues bien la historia que os contare ahora es una de estas, tan curiosas que quizás hubiera aparecido en los periódicos más importantes de las ciudades más interesantes de no ser porque los que estuvieron allí fingen haber olvidado todo al respecto por miedo a ser recordados. Aquella noche, se reunieron un grupo muy variado de personas, en que algunos tenían mas dinero que alma y otros mas talentos que conciencia, para celebrar entre mentiras y verdades la triste partida de uno de los suyos y la feliz llegada, consecuencia lógica, de su legado monetario. El difunto en cuestión era un viejo amigo mió, medio padre medio hermano, pero no le prestéis atención a este hecho ...